Investigadores de Brigham analizan los riesgos cardíacos asociados con la radioterapia para el cáncer de pulmón mediante herramientas de IA.
Un equipo de investigadores del Brigham and Women’s Hospital ha utilizado herramientas de inteligencia artificial (IA) para analizar cómo la radioterapia en el tratamiento del cáncer de pulmón puede aumentar el riesgo de desarrollar arritmias cardíacas. Este estudio, publicado en JACC: CardioOncology, ofrece un enfoque detallado sobre cómo diferentes dosis de radiación afectan distintas estructuras del corazón y su relación con problemas cardíacos específicos.
La radioterapia es un tratamiento común para el cáncer de pulmón de células no pequeñas (NSCLC, en inglés), pero debido a la proximidad del corazón a los pulmones, el corazón puede recibir dosis de radiación que pueden dañar su estructura y función. Anteriormente, estudios han demostrado que la exposición del corazón a la radiación puede provocar problemas cardíacos en general. Sin embargo, esta investigación muestra que el riesgo de diferentes tipos de arritmias varía según las partes del corazón expuestas y los niveles de radiación recibidos.
“La exposición del corazón a la radiación durante el tratamiento del cáncer de pulmón puede tener efectos muy graves e inmediatos en la salud cardiovascular del paciente”, expresó uno de los autores el estudio, el Dr. Raymond Mak, del Departamento de Oncología Radioterapéutica del Brigham and Women’s Hospital.
En el estudio, los investigadores llevaron a cabo un análisis retrospectivo de 748 pacientes tratados con radiación por NSCLC avanzado. Utilizaron algoritmos de IA para mapear y segmentar subestructuras cardíacas, como la vena pulmonar y partes del sistema de conducción, para evaluar la exposición a la radiación y su relación con varios subtipos de arritmias, incluidos la fibrilación auricular, el aleteo auricular, la taquicardia supraventricular, la bradiarritmia y la taquicardia ventricular o asistolia.
El análisis reveló que aproximadamente uno de cada seis pacientes experimentó al menos una arritmia de grado 3, considerada un evento grave que generalmente requiere intervención médica o hospitalización. Además, casi un tercio de los pacientes que desarrollaron arritmias también sufrieron eventos cardíacos adversos mayores. De esta forma, los resultados resaltan la necesidad de estrategias más precisas para minimizar la toxicidad cardíaca en tratamientos de radioterapia.
“Una parte interesante de lo que hicimos fue aprovechar algoritmos de inteligencia artificial para segmentar estructuras como la vena pulmonar y partes del sistema de conducción para medir la exposición a la dosis de radiación en más de 700 pacientes. Esto nos ahorró muchos meses de trabajo manual”, mencionó el Dr. Mak. De esta manera, explicó que este trabajo no solo tiene un impacto clínico potencial, sino que también abre la puerta al uso de la IA en la investigación de oncología radioterápica para agilizar el descubrimiento y crear conjuntos de datos más grandes.
Los hallazgos de este estudio sugieren que los oncólogos radioterápicos deben trabajar en colaboración con expertos en cardiología para comprender mejor los mecanismos de las lesiones cardíacas inducidas por radiación y ajustar los tratamientos en consecuencia.
BRIGHAM AND WOMEN'S HOSPITAL
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