En todo el mundo existen cerca de mil millones de personas que padecen enfermedades desatendidas. La mayoría son personas pobres y marginadas que viven en zonas rurales de países en vías de desarrollo, tal es el caso de México. Dichas enfermedades apenas reciben atención o recursos pese a su magnitud e impacto, tanto en el desarrollo económico como en la calidad de vida de dicha población. No obstante, en años recientes estas enfermedades han suscitado un creciente interés, tanto por su impacto en la salud pública como por el problema que entrañan en materia de derechos humanos.