Las plataformas de AI generativa prometen transformar la comunicación entre médicos y pacientes.
El sistema de salud enfrenta retos en la comunicación debido a la sobrecarga administrativa y la reducción del tiempo que profesionales de la salud les pueden dedicar a sus pacientes. Un artículo publicado en npj Digital Medicine journal explora cómo los agentes conversacionales impulsados por artificial intelligence (AI) generativa podrían aliviar esta presión al facilitar entrevistas médicas, apoyar la documentación clínica y mejorar la toma de decisiones a través de diálogos fluidos y personalizados.
La interacción entre médico y paciente es un pilar de la medicina moderna, sin embargo, los estudios muestran que, en promedio, un médico de atención primaria dedica apenas entre 15 y 18 minutos por consulta, mientras que casi la mitad de su jornada se consume en tareas administrativas. En este contexto, los agentes de voz basados en AI se perfilan como herramientas capaces de complementar y ampliar la capacidad de comunicación en salud.
A diferencia de los chatbots tradicionales, estos sistemas pueden mantener diálogos adaptativos, reconocer matices emocionales y personalizar respuestas según las características culturales y lingüísticas de cada paciente. Asimismo, ofrecen disponibilidad constante, lo que permitiría monitorear la adherencia a tratamientos, realizar recordatorios de medicación o dar seguimiento a síntomas de manera más continua y accesible.
Ensayos iniciales han mostrado resultados prometedores, por ejemplo, en una prueba de detección de COVID-19, un asistente de voz habilitado con AI logró un nivel de concordancia del 97.7% con el personal humano y fue calificado como “bueno” o “excelente” por la mayoría de los usuarios. Asimismo, en el área de salud mental, la adaptación lingüística de un agente conversacional incrementó notablemente la participación de pacientes hispanohablantes.
No obstante, la implementación de estas tecnologías también implica importantes desafíos técnicos y éticos. Entre ellos, los retrasos en las respuestas que interrumpen el flujo natural de la conversación, el riesgo de interpretaciones erróneas por ruido ambiental y la posibilidad de generar respuestas inadecuadas. También existen obstáculos regulatorios: en Estados Unidos, estas plataformas pueden clasificarse tanto como simples herramientas de comunicación como dispositivos médicos sujetos a aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, en inglés), dependiendo de su función clínica.
