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50 años de los teléfonos móviles: Su evolución e impacto en la Salud Digital

El 3 de abril de 1973, Martin Cooper introdujo uno de los inventos más revolucionarios del siglo XX: los teléfonos móviles.

Hace 50 años, se realizó la primera llamada desde un teléfono móvil y años después el primer teléfono móvil disponible comercialmente salió a la luz, provocando así una revolución tecnológica a lo largo del tiempo que continúa en desarrollo.  El teléfono móvil del cual se realizó la primera llamada telefónica fue fabricado por Motorola y tenía un peso de más de un kilo y una altura de más de 22 cm.

Martin Cooper el gerente general de la división de sistemas de comunicación de la compañía, fue quien realizó la primera llamada desde este dispositivo móvil de grandes dimensiones, que requería hasta diez horas de carga para funcionar adecuadamente.

Desde el pesado y tosco “ladrillo” del cual Martin Cooper realizó la primera llamada, los teléfonos móviles han evolucionado a gran velocidad, hasta convertirse en dispositivos de fabricación masiva, y de uso común, además con diseños delgados y capaces de procesar grandes cantidades de datos en poco tiempo.

Sin embargo, la evolución de los teléfonos móviles no se limita solamente a la apariencia, sus funcionalidades los convierten en herramientas que van más allá de sus propósitos iniciales de comunicación instantánea o llamadas telefónicas. La masificación del internet ocurrió casi de manera simultánea que, con los teléfonos móviles, esto impulsó una herramienta enfocada en las telecomunicaciones llevándola más allá de sus barreras. De esta forma los teléfonos móviles abarcan diversos aspectos de la vida diaria, incluyendo por ejemplo los sectores productivos, entretenimiento, relaciones sociales y salud.
Hoy en día, los teléfonos móviles se han convertido en una herramienta de gran utilidad para el cuidado de la salud y el desarrollo de la Salud Digital y la Salud Móvil en general. Por ejemplo, actualmente los teléfonos inteligentes nos permiten monitorear nuestra salud, acceder a información médica o conectarnos con profesionales de la salud en tiempo real y obtener una consulta con un especialista a distancia.

Por ejemplo, las apps de salud son uno de los principales ejemplos de la utilidad de los teléfonos móviles dentro del campo clínico y de la investigación en salud. Según un estudio publicado en Nature, entre 2015 y 2019 había más de 85 mil aplicaciones móviles de salud disponibles en Play Store, mientras otro estudio publicado en la misma revista, detalla que, tan solo en 2020 se lanzaron más de 91 mil aplicaciones móviles para diversos dispositivos. Las apps de salud generalmente recopilan datos personalizados de la salud de los usuarios para su monitoreo y registro, con el objetivo de mejorar ciertas variables de salud.

Por otro lado, las cámaras de los teléfonos móviles también son una herramienta fundamental para la Salud Digital, a través de estas se pueden realizar prediagnósticos o brindar información de asistencia para los usuarios. Por ejemplo, Google lanzó una herramienta basada en inteligencia artificial (IA) que permite orientar a los usuarios sobre problemas o condiciones dermatológicas a través de la cámara de un teléfono inteligente.

Asimismo, los teléfonos inteligentes también se pueden conectar con otros dispositivos para medir diversas variables relacionadas con la actividad física, el sueño, el ritmo cardiaco entre otros. O bien conectarse con dispositivos más específicos como sensores, para medir los niveles de glucosa en la sangre.

En este sentido durante los últimos años diversos estudios han explicado del uso de teléfonos inteligentes para medir la presión arterial y monitorear a pacientes con hipertensión. Una revisión también publicada en Nature expone los diversos enfoques para medir la presión arterial utilizando solamente teléfonos inteligentes.

No obstante, ante el crecimiento acelerado de la Salud Digital aplicada en teléfonos móviles,  es necesaria la de la apps móviles de salud  y que estas cumplan con estándares de seguridad y validez clínica. Algunos países europeos como Alemania o Bélgica cuentan con programas que evalúan la aprobación de este tipo de aplicaciones.

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