La transformación digital ha dirigido el rumbo de la salud pública a nuevas experiencias y herramientas que colaboran para que el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de enfermedades se perfeccione pensando en el aumento de la calidad de los servicios.
El futuro de la ciencia está vinculado a las innovaciones tecnológicas propuestas para apoyar y acelerar las labores comunes de la persona. No hay vuelta atrás y sólo queda administrar el uso que se destinará a cada máquina dependiendo de su concepción y para qué fueron diseñadas.
En estricto sentido, dentro de la rama de la medicina, la salud digital ha ganado terreno en todo el mundo para convertirse en una práctica recurrente e indispensable en cada hospital y centro de salud.
Las discusiones que señalan a las TIC como herramientas adoptadas en el ejercicio de la salud, encuentran su foco en cuestiones de ética y de sustitución. Y es que la cuestión que se queda flotando es ¿podrán las máquinas reemplazar y superar las habilidades del ser humano?
Más que una pregunta subjetiva, la cuestión retoma un punto importante dentro de la salud digital que es, la Inteligencia Artificial (IA).
Este concepto se sostiene dentro de la informática, donde con base en algoritmos programados en las plataformas digitales, se logra que los dispositivos adquieran autonomía en las acciones y decisiones que toman guiándose por patrones almacenados en ellas; básicamente, buscan igualar al ser humano para reducir tiempos y esfuerzo.
Así pues, la IA puede hacerse cargo del análisis de los datos de cada paciente para contrastar el diagnóstico, identificar patrones sobre el uso de los tratamientos, estudiar con gran velocidad una amplia base de datos para conocer el comportamiento de las enfermedades crónicas por perfiles de pacientes, desarrollar el concepto de la medicina personalizada.
Con IA también se pueden visualizar las tendencias en la propagación de virus con indicadores predictivos, son éstos algunos ejemplos de los beneficios que se pueden obtener con su uso en el sector salud.
Dependiendo de la especialidad –como radiología, dermatología, oftalmología, oncología, medicina forense, etc.– las interacciones con la Big Data determinarán la eficiencia de los resultados. Así, por ejemplo, un software podrá ser capaz de detectar indicios de cáncer de piel analizando sólo los ojos, o un dispositivo podrá realizar alguna cirugía sin la intervención del personal médico.
El meollo de estas nuevas situaciones indica que las nuevas tecnologías de la salud digital, más que sustituir a las personas, se convertirán en la mano derecha de los médicos para evitar márgenes de error en los procesos. Lo que importa es seguir reduciendo la brecha de desigualdad que sufren algunos sectores de la sociedad y hacer que tengan más acceso a los sistemas de salud por medio de la implementación de políticas públicas en pro de la igualdad de oportunidades.
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